La liturgia católica está en crisis. Una lectura del Concilio Vaticano II en ruptura con la tradición, originó una proliferación de abusos litúrgicos nunca antes vista, la pérdida de la sacralidad y el misterio en las celebraciones, una clericolatría en ascenso así como un concepto del arte religioso desvinculado de la belleza y la nobleza de las formas. La situación descrita obliga a reflexionar sobre las reformas introducidas con posterioridad al Concilio Vaticano II, y discernir si han sido enteramente fieles a la letra de la constitución Sacrosanctum Concilium o son consecuencia de un difuso y nunca bien definido espíritu del Concilio, muletilla que ha servido y aún sirve para justificar cualquier dislate litúrgico o teológico. El magisterio litúrgico de Benedicto XVI, tan ignorado tanto por clérigos como por laicos, invita a recuperar el esplendor de la liturgia católica a partir del ejemplo, la enseñanza y la persuasión.