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Juan Sebastián Mesples

Nací el 13 de Diciembre de 1970 en la ciudad de Salta, Argentina, y comencé a leer a los 6 años.

En mi casa siempre tuvimos biblioteca y libros. Una biblioteca amplia, gigante para mis primeros años, que mis padres aún conservan. La biblioteca siempre estuvo abierta y disponible para todo aquel que quisiera sacar o dejar un libro. No había filtro ni censura, tampoco obligación. Los libros eran nuestros y no al revés.

Asistí a la escuela primaria en la Escuela Parroquial de La Merced, en la calle Caseros. El secundario fue en el Colegio San Pablo, el viejo, el que estaba sobre Zuviría detrás de la Legislatura. Antes hice un breve paso de un año por el Bachillerato Humanista Moderno, que depende de la Curia, creo que por la tozudez de mi abuela Isabel, que era profesora y vigilaba los etapas educativas de todos sus nietos. También creo que cambié de colegio porque no podía faltar nunca a clases porque ella venía todos los días con nosotros en el auto de mi padre.

Considero que ahí terminó mi educación formal, aunque después haya estudiado Ingeniería Mecánica y Administración de empresas. Pero ya por ese entonces no aceptaba ese caudal de información como infalible, sentía que no me servía.

Lo adapté a lo que necesitaba y hoy puedo decir con absoluta seguridad que no aplico nada de lo que aprendí en esos años. Es comprensible, no había wikipedia, ni google, ni teléfonos celulares. Solo una calculadora científica HP y el Basic. Después llegó el Windows 3.1 e Internet, pero solo cuando empecé a trabajar.

Siempre leí mucho. En la universidad tuve más libros clásicos que de texto, y quizás en ese época me volví fetichista. Cuidaba mis libros, prolijamente ordenados por tema, autor, editorial, y hasta color, como si fuesen joyas. Podía notar la ausencia de uno de mis libros con una mirada de reojo. Los compraba, nuevos o usados, y los vendía para volver a comprar otros. Perseguía las hojas de arroz de Ed. Aguilar, y cualquier primera edición, aunque fuese una porquería.

Algún tiempo después nació mi hijo mayor y me demostró que los libros no eran míos sino que yo les pertenecía a ellos, y con el tercer libro destruido por su curiosidad me decidí que no podía elegir entre mis libros y mis hijos, y los vendí a todos (a mis libros). No eran muchos, unos 300 volúmenes, algunos muy interesantes.

Pasé cinco o seis años sin biblioteca, hasta que mis hijos necesitaron una, entonces votamos que cada uno tuviese la suya en su cuarto, y que fuera amo y señor de la misma. Confieso que a veces las veo y quiero largarme a llorar, pero cada uno es dueño de ordenar su biblioteca como mejor le parezca.

Yo tengo mi Ipad. 450 libros de los más variados autores y temáticas. Muchos los leí en papel y los tengo por añoranzas. A los nuevos les doy la oportunidad de sorprenderme.

Nunca estudie nada relacionado con la literatura ni hice taller literario alguno. No tengo profesores, ni guías, ni mentores. De hecho creo que no conozco personalmente a ningún escritor, lo que me convierte en un... lector, o algo así.

¿Puede un lector comenzar a escribir O es necesario pasar por alguna iniciación especial, algún rito donde El Gran Corrector lee implacable uno de tus textos y te asesina por un oximoron mal planteado. Al carajo...

Lo único que te pido es que si vas a leer lo que escribo me cuentes que te pareció, porque me interesa mucho tu opinión. Aunque si la opinión es mala... no sé. Quizás sea mejor que no volvamos a vernos.