DIARIO DE UN PARRICIDA

Se estrenaba el flamante primer título mundial de fútbol. Se estaba a punto de entrar en guerra por Chile a raíz de la disputa de tres islas en el Beagle cuyos derechos sólo estaban en el delirio uniformado y la campaña patriotera. En el modesto barrio de Los Talas, al atardecer, sonaron dos escopetazos. Un hijo de 22 años daba por terminado así, por la espalda, un viejo pleito familiar. Pero el debate jurídico, a pesar de la dictadura, alcanzó un vuelo inusitado. Los doctores Raúl Matera y Arnaldo Rascovsky se alinearon como peritos de parte y recurrieron a los hermanos Karamazov de Dostoievsky. Cuando hubo que apelar la infame cadena perpetua en primera instancia salió a relucir el Mersault de Albert Camus en El Extranjero. A todo esto, el inculpado escribía un minucioso diario de vida en el penal de Olmos. Sobre esa zona de la Ensenada de Barragán había caído todo el inconciente colectivo de Occidente. Edipo en Berisso llegaron a titular en plena euforia defensista. Aquellos TXTs mantuvieron su valor más allá de los resultados jurídicos obtenidos. En 1984 el gobernador bonaerense surgido de las urnas conmutaba la pena primera y el muchacho volvía al barrio. Un hecho excepcional bajo todo punto de vista.