Luigi Marcoletti, una batuta sin director

Cuando leemos a los místicos clásicos, se apodera de nosotros una extraña clarividencia que nos permite comprender la vida entregada y renunciada de aquellos que llegaron a santos, pero esa capacidad de vislumbrar el arrobado amor por Cristo que lleva al éxtasis, nos es ajena en nuestros tiempos y creemos que el misticismo sólo se dio en aquella época.

 

Gastarse por Cristo hasta consumirse en la hoguera del amor, nos parecen palabras propias de un texto hagiográfico.

 

Sin embargo, ese misticismo puede darse hoy entre un hombre enamorado de una mujer inalcanzable hasta el punto de llegar a morir de amor, que los del XIX llamarían amor platónico, sin que por ello tildemos ese sentimiento de rancio, anacrónico, extemporáneo y propio de un romanticismo trasnochado.

 

Luigi Marcoletti, que vio frustrada su vocación de director de orquesta, sufría frecuentes alucinaciones a causa de la exaltada admiración que sentía por Brahms y llegó a amar místicamente a Gloria creyendo que su amada era Clara Schumann.