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Juan Manuel Rodríguez Rego

Nací en La Plata, el 11 de enero de 1980. Al poco tiempo mis padres nos llevaron a mis hermanos y a mí a vivir a un pueblo cercano a mi ciudad, llamado Magdalena, quizá buscando de alguna manera un poco de sosiego. Allí vivíamos en un campo alejado un poco del centro. Gracias a Dios tengo, de alguna manera, buenos recuerdos de esos tiempos. En 1990, al contar tan sólo con diez años, fallece mi padre (en un accidente de tránsito). Decide entonces mi madre volver a la ciudad. Allí terminé la primaria y comencé la secundaria, en el glorioso -por hablar con afecto- Albert Thomas (el Thomas, entre los chicos, ya que casi no había mujeres, que era el mejor colegio técnico de la ciudad de La Plata). Guardo muy bueno recuerdos de esa época, y lo mejor de todo, sanos, tal es así que en el año 1996 conocí a un profesor que de alguna manera me cambió la vida (el maestro Terraz). Era profesor de Física -entre otras materias-, pero en realidad era más que eso, era, como dije, un maestro de la vida, y como tal nos hablaba siempre de ella. Fue entonces que pensé en estudiar Física y Matemática, ambas al mismo tiempo, pero disconforme con el sistema educativo, quizá por otros profesores, quizá por rebeldía, es que decidí dejar el colegio. Hice un cambio radical y me interesé por la literatura y la música académica, la cual estudié en el conservatorio (dos años aprendí piano), pero lo más importante fue descubrir un libro que había en la biblioteca de mi otro gran maestro, a saber, Arthur Schopenhauer.  Fue entonces que poco a poco me fui interesando por la filosofía. Al principio no podía crear o escribir mucho, pero fue de a poco (y al tiempo que superaba crisis existenciales) que fui comprendiendo como se hacía, hasta que en 2007, por fin, emprendí la travesía y lo empecé (me refiero a Pensamientos..., vol. I, ¡mi primer libro!). En el puse todo mi empeño, hasta que al fin en 2010 lo concluí. Vinieron luego tiempos de zozobra (intelectual, claro está, pues de la otra todos siempre padecemos), por lo cual me dediqué un tiempo a la seguridad informática. Finalmente, luego de diez años, volví a mi amada, la filosofía, retornando, como vaticinara un amigo, a mi primer amor; emprendí mi segundo libro, lo concluí, y lo mismo hice con el tercero, el cual actualmente me encuentro corrigiendo. El cuarto ya está en proceso, y es mi más grande anhelo continuar escribiendo filosofía, no sólo para mí, sino para los demás, que es aquello que me permite obtener en este mundo un tanto obscuro cierto grado de luz y de sosiego.

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