Aprendiendo a sentirnos mal, es un proyecto dividido en dos partes; la primera consta del presente libro, un poemario que incluye trabajos que el autor ha venido realizando a lo largo de los años, de forma lúdica, como “ejercicios creativos puros”, en los que combina pasajes nacidos del puro automatismo, casi como intentos psicoanalíticos personales, con versos menos “arriesgados”; produciendo esa especie de danza entre lo consciente y lo inconsciente que se percibe al pasar de “Venus” a “Yo conocí a Andrés”. Estos trabajos se habían visto relegados al archivero, pero el autor se decide
finalmente a su publicación, en parte, motivado por un
interés en la filosofía de Martín Heidegger y su concepción de la poesía, como el “lenguaje ontológico” por excelencia.
De modo que surge un reenfoque de la poesía, como
portadora de una verdad que traiciona la propia intención de su autor y se escabulle entre líneas, ocultando, a la vez que revelando, los matices del mundo propio.