En las antípodas del teatro realista moderno, el teatro de Crisol Teatro aparece como una poética autoreflexiva, opaca, que lejos ya de las aspiraciones que inspiraron al teatro de tesis, avanza sobre la ambigüedad y la polisemia. En sus procedimientos característicos se advierte una apelación a la causalidad indirecta, a la problematización de la narración lineal, a la construcción de un sistema de personajes que eligen ser mostrados más como meras superficies discursivas que como entidades psicológicas, a la metateatralidad y al simulacro. Tales estrategias de construcción dramática no pretenden demostrar la absurdidad de la existencia ni instalar ninguna otra dimensión de sentido: como una obra abierta, ésta queda exclusivamente reservada a la concretización que pueda realizar la instancia espectatorial.