Miguel Cruz, nacido en Granada, en donde viví los primeros 9 años de mi vida y los 3 siguientes en Alfacar, un pueblecito distante apenas 10Km de la capital, en el que toda la familia vivimos el singular exilio político de mi padre, glorioso pueblo plagado de alfaguaras y tahonas en donde se hacía el mejor pan del mundo y, tristemente, célebre porque allí se consumó el crimen del poeta. Inconscientemente entonces y plenamente convencido hoy, en Alfacar viví los mejores años de mi niñez, pocos pero intensos y aleccionadores, que alumbraron imborrables recuerdos y que algún día volcaré en un relato autobiográfico.
Hijo de periodista, a mi padre le ofrecen dirigir un periódico en Tetuán y hasta allí vamos toda la familia, para, años después y tras el término del Protectorado Español, establecer residencia en la ciudad internacional de Tánger. Allí finalicé el bachillerato en el Instituto Politécnico Español, a cuyo término me traslado a Madrid para estudiar ingeniería. Con el título en la especialidad de Mecánica, viajo por Europa Suiza, Alemania, Francia, Italia e Inglaterra para ampliar estudios y especializarme en Metrología Dimensional, Ensayo de Materiales, Control de Calidad y, finalmente, en Metalografía.
No obstante mi formación académica puramente técnica, mis inquietudes intelectuales irán por la senda del arte, siendo la llamada Música Clásica una de mis pasiones irrenunciables, junto con la Historia y la Literatura, sin olvidar la Pintura.
Enamorado de la Historia Medieval y llevado por mi rigor profesional, he escrito tres novelas históricas, ninguna publicada hasta el momento: "Zoraya, la sultana cristiana de Al-Ándalus", "Petronila, la hija del rey monje" (traducida al francés con el título "Petronila, la fille du roi moine") y "Miryem, la morisca de Alarcos" (igualmente traducida al francés como "Miryem, la morisque d´Alarcos"). También soy autor de otras novelas: "Miriam, las ventanas de Dios", "Réquiem en Granada", "Adagio Sostenuto", "Luigi Marcoletti, una batuta sin director", "El tesoro ignorado de Castell de Ferro", "Los bermejos de Granada", "Vivir en un trocito de eternidad", "Regreso al pasado", "Sólo el amor perdona", "La Alhambra de Alba", "La Lectora Prodigiosa" y "Alfacar, pan, agua y frío", aún en el crisol, y que narra los recuerdos de un niño de la posguerra.
He escrito una colección de seis relatos románticos, costumbristas y de humor ("Historia de la botija vieja", "Un atardecer en Granada", "El amor que trasciende", "El entretenedor del andén", "Via Trionfale di Roma"y "El secreto del buen vino") y me he atrevido con seis narraciones hagiográficas ("Cena de Nochebuena", "Norte", "Isabel, prima de María", "Judas Iscariote, ¿traidor o predestinado", "Mariham de Magdala, una rosa de pétalos negros" y "Marta de Betania, hermana de María y de Lázaro".
Ecribo por mero placer. Empecé a escribir de niño y proseguí de adolescente, cuentos, relatos cortos, una obrita de teatro y cartas e novias imaginarias, pero tuve que dejar la escritura para dedicarme de lleno a mis estudios. Pese a la cantidad de escritos de los que soy autor, en opinión del profesor Cosme, no soy un escritor al uso, puesto que no he sido editado en papel y mis títulos no aparecen expuestos en los escaparates de las librerías, sino en las páginas web de editoriales virtuales.
Me declaro cristiano católico y hombre de ideas progresistas, amante de la paz y defensor del diálogo como medio integrador de una convivencia pacífica. Rechazo la violencia, cualquier tipo de violencia, venga de donde venga y la ejerza quien la ejerza.