Los procesos de la inquisición llevados adelante por la Iglesia Católica durante seis siglos fueron, sin duda alguna, una de las etapas más oscuras en las que la regencia de esa religión subsumió a los hombres y las mujeres de Europa primero y posteriormente a los habitantes de las colonias americanas. Pero lo cierto es que estos procesos no comenzaron en el siglo XII, sino que resultaron ser contemporáneos incluso al nacimiento de la misma Iglesia. Según las etapas, los tiempos y las necesidades de la religión católica, las persecuciones mutaban su justificación. Primero se trató de un castigo destinado a aquellos clérigos que promulgaran una filosofía cristiana diferente a la establecida, después los hubo por razones económicas, por misoginia, por intolerancia y hasta por sumisión al poder de los regentes laicos. Sin embargo, de una manera u otra, todos estos procesos tuvieron como río conductor el ataque al único mal que puede poner en tela de juicio toda la cultura católica: el razonamiento.