Repatriado

     Los padres de Cristino fueron emigrantes y con ellos se marchó siendo niño. Hoy, cincuenta años después, regresa a su lugar de origen, escapando al desastre económico y social que sume al país donde se estableciera.

    "Es un viernes de primeros de diciembre. El fin de semana se avecina y la cédula de repatriado le advierte que procure no llegar en fin de semana para no encontrarse las administraciones cerradas. Apunta la picuda nariz a la esfera del reloj que hay en un tramo de la antigua estación pendiente de rehabilitarse, hallándolo parado y tachado con una cruz. Los pasajeros caminando a la par exhiben sendos relojes en sus muñecas izquierdas. Al preguntar al más próximo la hora y este informarle entre molesto y presuroso, piensa: “Tan natural es que todo el mundo lleve acá reló, que le extrañó que le preguntasen. Nomás tenga plata me compraré uno”."